China en verano

Relato de Paco Lozano publicado originalmente en Viajesyfotos.net

El verano no es la mejor estación para viajar a China, tanto por el calor (que fácilmente puede superar los 40º) como porque, al ser la época en que los chinos toman las vacaciones, encontrarás totalmente saturadas las principales atracciones turísticas. Pero a veces uno no tiene más remedio que viajar en verano…

El 16 de julio de 2014 viajamos a Madrid por carretera y dejamos el coche en el aparcamiento de larga estancia de la T4. A las 22.10 tomamos el vuelo de Emirates de las 22.10 rumbo a Dubai, para enlazar con otro a Pekín. Teniamos contratado un viaje para dos personas, con guías locales de lengua española y transporte en vehículo particular en cada uno de los lugares que íbamos a visitar: Pekín, Xi’an, Guilin y Shanghai.

El 17 de julio, debido a la diferencia horaria entre España y China, fue para nosotros un día de sólo 18 horas, que pasamos en aviones y aeropuertos. Eran más de las 10 de la noche (hora local) cuando aterrizamos en Pekín.

Pekín (Beijing)

En la mañana del 18, después del desayuno, visitamos la Plaza de Tian’anmen, enorme y llena de turistas locales, hasta el punto de que hay que hacer cola para cruzar el semáforo que da acceso a su parte central peatonal.

Pekín: la Ciudad Prohibida
Pekín: la Ciudad Prohibida

Luego, entramos en la Ciudad Prohibida por la llamada Puerta de Tian’anmen. La Ciudad Prohibida fue el palacio imperial chino durante casi 500 años. Allí residían los emperadores de China y su corte. Era también el centro ceremonial y político del gobierno chino. Es un enorme conjunto palaciego que, desde luego, tiene forzosamente que visitar cualquier viajero que pase por la ciudad.

Por la tarde visitamos el Palacio de Verano, un extenso parque, situado a orillas de un lago artificial, que contiene una serie de construcciones. Una de las más conocidas es el Barco de Mármol, levantado en el lago sobre una base de piedra. Se dice que su origen puede basarse en la frase que uno de sus ministros dirigió al emperador Qianlong. «Las aguas que llevan el barco -le dijo- pueden también volcarlo», aludiendo a que el pueblo que un día apoya al emperador puede otro día volverse en su contra y destronarlo. No parece que el emperador aceptara de buen grado las implicaciones del consejo, ya que ordenó construir en el Palacio de Verano, como símbolo de su dinastía, un barco que las aguas no pudieran volcar.

Barco de Mármol en el Palacio de Verano de Pekín
Barco de Mármol en el Palacio de Verano de Pekín

El día 19 salimos por carretera en dirección norte para visitar la Gran Muralla, y tuvimos ocasión de recorrer un tramo de esta grandiosa obra de ingeniería que durante tantos siglos protegió China de las invasiones. Hoy es la Gran Muralla la que sufre a diario una invasión (pacífica) que procede, mayoritariamente, de la propia China. La caminata resulta algo dura. Sobre todo para las jóvenes chinas que se presentan allí con tacones, para verse atractivas en las fotos que luego subirán a las redes sociales. Comimos, bastante mal, en el único restaurante (autoservicio) de la zona.

Por la tarde, fuimos a la necrópolis en la que se encuentran las tumbas de la dinastía Ming, y recorrimos a pie el camino sagrado, una recta avenida flanqueada a ambos lados por esculturas de mármol que representan a la guardia de honor del emperador, y más adelante por figuras de animales, reales o fantásticos, realizadas también en mármol. Fue un paseo agradable, a pesar del calor.

El día siguiente fuimos a ver el Templo del Cielo, conjunto de edificios construido en el siglo XV que se utilizaba en primavera para pedir al cielo una buena cosecha y en otoño para darle gracias por los frutos obtenidos.

Por la tarde, tomamos un vuelo hasta Xi’an.

Xi’an

La antigua capital de China es una ciudad enorme que, además, crece a velocidad vertiginosa. Sus extrarradios están llenos de altísimos edificios de viviendas, recién construidos o en construcción, fruto de la burbuja inmobiliaria galopante que vive el país. De la vieja Xi’an queda poco, como del viejo Pekín. Quedan, eso sí, las antiguas murallas, restauradas, sepultadas en el interior del casco urbano.

Ejército de Terracota del Emperador Qin
Ejército de Terracota del Emperador Qin

El día 21, después de desayunar, fuimos a ver el famosísimo Ejército de Terracota del Emperador Qin, integrado por miles de soldados, caballeros, arqueros y carros de combate de tamaño natural. Impresionante, casi increíble… y demasiado conocido para seguir hablando de él.

Por la tarde visitamos la Pagoda de la Oca Salvaje, contruida originalmente en el siglo VII para albergar una serie de escritos budistas y reconstruida a comienzos del siglo VIII. Su estructura actual está formada por siete pisos.

A continuación fuimos al barrio musulmán (Xi’an, punto de partida de la ruta de la seda, contaba ya con una minoría musulmana poco después del nacimiento del Islam). Allí visitamos la Gran Mezquita, que consta de un conjunto de edificios, entre ellos el que alberga la sala de oración, que se levantan en una zona ajardinada.

Guilin y Yangshuo

Guilin
Guilin

En la mañana del día 22 volamos a Guilin, situada al sur del país, en la Región Autónoma de Guangxi. Nuestro hotel, el gigantesco Lijiang Waterfall, está situado en el centro de la ciudad. Y, por primera vez en este viaje, sentimos que estábamos en una verdadera ciudad y no en un conglomerado de moles de cemento, autopistas y pasos elevados. Eso sí, se trata de una ciudad volcada hacia el turismo. Al anochecer dimos un paseo en barco por los lagos interconectados que embellecen el centro urbano. A lo largo de la ruta hay edificios y pabellones iluminados (entre los que se encuentra una réplica, en menor tamaño, del Barco de Mármol de Pekín, dicho sea a título de ejemplo), que se levantan en medio de un interminable jardín con árboles, flores y césped. Hay también actuaciones y danzas folklóricas. Pueden contemplarse una serie de puentes, algunos de los cuales són réplicas de puentes famosos de otros lugares del mundo. Y se puede ver una demostración de la antigua técnica de la pesca con cormorán. Todo el escenario es en realidad un enorme parque temático, pero merece la pena hacer el recorrido.

Después del paseo en barco fuimos a cenar al Irish Pub, que está en la calle peatonal. Ambiente irlandés, cerveza irlandesa y personal chino; bueno, bonito y barato, aunque con un inconveniente: el excesivo volumen de la música.

Yangshuo, río Li
Yangshuo, río Li

El día 23 hicimos un recorrido en barco por el río Li, hasta Yangshuo, con comida a bordo. El paisaje es espectacular durante todo el recorrido, con un telón de fondo de pintorescas colinas kársticas, totalmente cubiertas de vegetación, que emergen de la llanura. El río Li es en esta zona una gran avenida fluvial llena de barcos turísticos. El nuestro era moderno y estaba cuidado. No todos eran así.

Después de dar un paseo por la localidad de Yangshuo continuamos hasta Baisha, para recorrer un tramo del río Yulong en una balsa de bambú impulsada mediante una pértiga. Eso sí, entre decenas de balsas similares ocupadas por turistas chinos. A pesar de lo cual la experiencia merece la pena.

Baisha, Yangshuo
Baisha, Yangshuo

El día 24 visitamos la Cueva de la Flauta de Caña, llena de estalactitas y estalagmitas e iluminada con luces de vivos colores. Luego tomamos un vuelo a Shanghai.

Shanghai

En la mañana del 25 nos dirigimos hacia la parte vieja de la ciudad, hasta llegar a un área peatonal de edificios tradicionales… que, en realidad, es una zona restaurada en el siglo XX, por lo que tiene un cierto aire de decorado. Pero resulta agradable pasear por ella. Allí visitamos el Jardín Yuyuan, diseñado en el siglo XVI a imagen y semejanza de los jardines imperiales. Es uno de los jardines más famosos de China. Cuenta con templetes, pabellones, colinas artificiales y riachuelos.

Luego dimos un paseo por el Bund (el malecón de Shanghai), una zona de edificios de la época colonial situados a orillas del río Huangpu, justo enfrente del distrito financiero de Pudong. Nuestra simpática guía local nos dijo que teníamos que volver de noche para ver Pudong iluminado, y así decidimos hacerlo.

Templo del Buda de Jade
Templo del Buda de Jade

Por la tarde visitamos el Templo del Buda de Jade. Luego fuimos hasta la Plaza del Pueblo, kilómetro cero de Shanghai, y estuvimos paseando por la zona. A continuación caminamos hacia Nanjing Road, la calle de tiendas por excelencia de Shanghai, y empezamos a recorrerla en dirección al Bund. Nanjing Road es, en este tramo, una calle peatonal repleta de tiendas elegantes y caras y de centros comerciales. Entramos en algunos de ellos, más que nada para curiosear. Mientras caminábamos por la calle nos abordaron muchas veces con la pretensión de llevarnos a algún establecimiento de venta de falsificaciones de productos de las grandes firmas, sobre todo bolsos y maletas, pero en todos los casos rechazamos la invitación.

Cuando llegamos al Bund aún no había anochecido, pero el malecón estaba ya completamente abarrotado de gente que esperaba el momento de ver Pudong iluminado. Cenamos en un Costa Coffee, porque no encontramos nada más interesante en la zona. Fue oscureciendo y enfrente empezaron a brillar las luces. Por fin se hizo completamente de noche, y miles de chinos dispararon las cámaras de sus móviles.

Pudong
Pudong

Era nuestro último día en China. La temperatura era agradable. Caminamos por el malecón e hicimos fotos del futurista Pudong y de los edificios coloniales de nuestro lado del río. Luego tomamos un taxi para regresar al hotel. Nos costó menos de tres euros al cambio, entre cinco y diez veces menos de lo que nos habría costado en cualquier ciudad de España.