
Cuando uno traspasa cualquiera de las puertas de las murallas de Rodas se siente transportado en el tiempo a la Edad Media, pero esa sensación se hace más intensa al ascender la calle de los Caballeros desde la plaza del Hospital hacia el Palacio del Gran Maestre. Si además ese camino lo recorres en una noche de tormenta a finales de febrero, te parecerá que no caminas solo y que, de un momento a otro, te vas a cruzar con algún caballero de la orden de los Hospitalarios que se dirige a una de las posadas que jalonan la calle.